A veces ella pensaba que lo que había aprendido servía
sólo para guardárselo en la cartera,
en su bolsillo o en la bolsa del pan.
A veces ella pensaba que las estrellitas
eran muy pequeñas y lejanas para poder alcanzarlas,
aún cuando juntara todas las escaleras del Orbe.
A veces ella creía que sus proyectos
sólo iban a servir para alimentar el viento
y que con la velocidad de éste, se iban a escapar.
También ella pensaba que para subir las montañas
sólo se debía caminar mirando hacia las cumbres,
sin mirar a quienes caminan a su lado.
Ella miraba su gran corazón y pensaba que, tal vez,
ocupaba un espacio demasiado grande
a la hora de tomar decisiones.
Ella pensaba que sus manos eran poderosas
porque hacían crecer las plantas del jardín, hacían mermelada,
acariciaban con pasión y hojeaban libros maravillosos.
Un día atrapó una de las tantas ideas que con el viento solía
escaparse.
Lo pensó bien y se dio cuenta que las montañas también se
pueden subir de la mano de otros.
Miró de reojo las estrellas y ya no
le parecieron tan altas.
Con sus manos maravillosas tocó su corazón
y le pareció que su dimensión generosa era un bulto fácil de cargar.
Sólo sonrió con convicción y con la certeza que siempre tuvo guardada
y dijo: "las cosas van a cambiar, claro que las cosa van a cambiar".
sólo para guardárselo en la cartera,
en su bolsillo o en la bolsa del pan.
A veces ella pensaba que las estrellitas
eran muy pequeñas y lejanas para poder alcanzarlas,
aún cuando juntara todas las escaleras del Orbe.
A veces ella creía que sus proyectos
sólo iban a servir para alimentar el viento
y que con la velocidad de éste, se iban a escapar.
También ella pensaba que para subir las montañas
sólo se debía caminar mirando hacia las cumbres,
sin mirar a quienes caminan a su lado.
Ella miraba su gran corazón y pensaba que, tal vez,
ocupaba un espacio demasiado grande
a la hora de tomar decisiones.
Ella pensaba que sus manos eran poderosas
porque hacían crecer las plantas del jardín, hacían mermelada,
acariciaban con pasión y hojeaban libros maravillosos.
Un día atrapó una de las tantas ideas que con el viento solía
escaparse.
Lo pensó bien y se dio cuenta que las montañas también se
pueden subir de la mano de otros.
Miró de reojo las estrellas y ya no
le parecieron tan altas.
Con sus manos maravillosas tocó su corazón
y le pareció que su dimensión generosa era un bulto fácil de cargar.
Sólo sonrió con convicción y con la certeza que siempre tuvo guardada
y dijo: "las cosas van a cambiar, claro que las cosa van a cambiar".