martes, 15 de mayo de 2007

Kavita


Kavita saca las hojas secas del rosal de rosas amarillas, que es su preferido. Lo rodea buscando alguna hoja que perturbe su belleza perfecta. Respira pausado para auyentar la tristeza y trata de pensar en otra cosa. Piensa en los pajarillos que acaban de anidar y que pronto sus huevos serán hermosos pichones. Pero ella ya no estará. Se arrepiente y prefiere no pensar en nada que haga emprender un vuelo hacia el futuro, aunque sea un futuro cercano.

Cierra los ojos para tranquilizarse y respira profundo para llevarse el aroma de las violetas y de las frutillas guardados en los pulmones y en el alma. Sus orejas se hacen gigantes para guardar el sonido del viento entre las hojas de los árboles y el trino de los pajarillos. Cómo guardarse la luz de octubre en los ojos para alumbrar a noviembre en las tierras desconocidas? Cómo guardar la frescura del arroyo para humedecer los ojos secos de tanto añorar el jardín?

Kavita se saca sus zapatitos de seda bordados con dragones dorados y rojos y siente la tierra húmeda en la planta de sus pies. Los dragones bordados la miran y no saben que decir. Deshace su trenza con sus manos con aroma a lavanda y el viento la despeina mientras llora en silencio. El viento la envuelve en espiral como si no quisiera dejarla ir.

Quién sacará la mala yerba que todo lo invade cuando Kavita no esté? A quién vendrán a visitar las mariposas azules en primavera? Los caracoles se detienen a mirar a Kavita envuelta por el espiral de viento, pero saben que ya nada pueden hacer y siguen plateando las hojas de las calas. Las nubes avanzan por el cielo sin mirar hacia abajo.

Kavita no te vayas- la corteza del árbol se quebraja. Kavita pasa sus manos de lavanda por el árbol sin decir nada, pero en el silencio parece escucharse-Debo partir.

Los peces del arroyo cierran los ojos y se dejan llevar por la corriente. No vale la pena quedarse, quién les tirará migajas de pan en las mañanas?


Kavita se sienta en el tronco del viejo roble muerto y cubre su cara con sus manos. El viento despierta el cañaveral que la llama con su toc toc. El sol la cubre con un manto de calor y siente alivio y protección. Saca de su bolsillo un trozo de pan y comienza tirar migajas y las palomas comen pan perfumado de lavanda. Luego mira sus manos de niña con grietas de anciana, y en sus manos ve las manos de su madre y las manos de su abuela.

Cuánta tierra has plantado, escarbado, cuántas plantas has podado, cuánto sol te ha oscurecido la piel hermosa Kavita? Tu presencia se confunde en el jardín, entre las amapolas, entre las yerbas, entre las sombras de los árboles. Tú eres el hada del jardín, cómo haremos para no morir de pena cuando ya no estés?


Mariposa se posa en el hombro de Kavita y le dice: Todos tenemos que partir alguna vez, todos debemos en algún momento dejar nuestro jardín, por más hermoso que sea. Kavita, el jardín se va también contigo, pues fueron tus manos las que lo cultivaron, fueron tus pies los que lo recorrieron para llevar el agua, el abono , tu amor, tu magia y tu bondad. Tú sabes el oficio de jardinera y donde quiera que vayas volveran a florecer las violetas, los suspiros treparán entre los robles y la lavanda perfumará los atardeceres. Por qué dudas Kavita? Todo el jardín lo sabe y a pesar de estar triste también está alegre, pues sabe que tú sembrarás nuevos y bellos jardines por todo el Orbe, para que los niños puedan jugar, para que los abuelos se puedan tender en las hierbas en la primavera, para que los hombres puedan respirar su perfume en las tardes que se sientan agobiados de recorrer su dura vida. Kavita, límpiate las lágrimas y empaca tus herramientas y llévate las semillas que guardaste, el próximo jardín te espera.

Que te vaya bien Gaby.........




1 comentario:

yop dijo...

Hola, Erikita
Muchas gracias por el cuento, por tu compa�ia, por las palabras, por ayudarme a descubrir el jard�n, las amapolas, los caracoles y mis dotes de jardiner�a. Gracias por ense�arme ausar todas esas herramientas y por hacerme ver las flores. De verdad todav�a me siento muy triste.